2 de junio de 2009

Eternamente: Capitulo 5 - El nuevo inquilino

Pasaron varios días y el martes, volví a recibir correo de Rob. Me indicaba que llegaba el jueves y que se iba a quedar durante unos tres meses, que le parecía bien pagar los gastos a medias de la casa, y que aceptaría cualquier norma que no fuera exagerada. Me pedía la dirección de mi casa, para llegar el mismo jueves por la tarde. Le di las indicaciones oportunas. Preparé la habitación donde iba a dormir él. Era una habitación amplia, estaba justo al fondo del pasillo de la habitación superior, tenía un gran ventanal con vistas al jardín trasero. Junto a la ventana había una mesa grande con unos pequeños cajones, un lapicero con bolígrafos y lápices, su buena lámpara, una bandeja con folios, y con su silla de oficina. A su lado se encontraba una gran estantería, llena de libros, y alguna que otra cajita llenas de cosas. Dejé varios huecos en la estantería, quitando la mayoría de las cajas y llevándolas al despacho. Al otro lado de la ventana se encontraba un armario, que no estaba muy lleno. Vacié el armario y metí mi ropa en cajas, ya las guardaría en otro lado. Enfrente estaba la cama, una cama pequeña de matrimonio, puse el conjunto de cama azul y dejé un cubrecama negro a los pies de la misma. Vacié varios cajones de la cómoda, dejando solo dos llenos ,uno con sabanas y otro con camisetas y pantalones, alguno mío y otros de mi ex, que nunca vino a recoger.

Llevé las cajas de ropa al desván y luego me fui a hacer copias de las llaves de la casa. Me pasé por casa de mis padres y les comenté que Robert se venía a vivir conmigo durante una temporada. Mi madre puso el grito en el cielo, que si era una inconsciente, que mira que meter a un chico en mi casa después de lo mal que lo había pasado con mi ex, bueno, se llevó un buen rato diciéndome que no había pensando bien lo que iba a hacer. Mi padre sin embargo opinaba todo lo contrario, que me vendría bien tener un compañero de piso, lo halagó, vamos que estaba bien que un chico viviera en un piso, aunque se extrañó de porque no le había ofrecido a Jim esa habitación. Ambos me dijeron que lo de poner normas estaba bien y me ayudaron a poner algunas en las que yo no había pensado, me las apunte y luego ya las pasaría al PC.

Llegué a casa y me dispuse a pasarlas a papel, sólo eran unas pocas, no eran muchas, la principal y la más importante era que la comida y las tareas de la casa serían compartidas. Las demás eran cosas como, acordarse de cerrar las puertas y dejar las luces apagadas al salir de la habitación, nada de música estridente a ciertas horas, y bueno las demás pues ya surgirían cuando estuviésemos conviviendo juntos. Después fui al cuarto de baño principal y también le hice un hueco en el mueble de la derecha, para sus cosas. Saqué algunas toallas y las puse para lavar, para que él no tuviera que comprar ninguna, yo las tenía guardadas y estaban nuevas.

El jueves, fue un día muy tranquilo en la oficina, no hubo mucho trabajo pero sí había cosas que entregar, pero por suerte ya estaban acabadas. Más o menos salí a mi hora de trabajar, y llegué a casa temprano, me puse mis piratas y mi camiseta favorita, algo cómodo, y salí a comprar al supermercado, compré verdura, carne, algo de dulces, chocolate y helado, algunos productos de belleza y también de limpieza. Los coloqué en su sitio. Estaba nerviosa e inquieta, este chico era tan extraño, ¿podríamos convivir sin tirarnos de los pelos?, ¿habría problemas?, ¿nos llevaríamos bien?. Me apoltroné en el sofá y encendí la tele, esperando a que llegase.

Pasó la tarde y fue escondiéndose el sol, me tragué la temporada primera de Blood Ties de un tirón, en el final del último capítulo mi móvil empezó a sonar, lo cogí y miré de quien era la llamada… Jim, era Jim. Lo primero que hizo, fue pedirme unas cuantas veces disculpas por lo sucedido, cuando ya se dio por disculpado, por fin me contó lo que había pasado. Lo habían contratado otro 6 meses en el Centro, supliendo una baja, pero que seguramente al final del contrato lo renovaran para cubrir un puesto que se iba a quedar desierto. No era lo que se dice un gran trabajo, pero pagaban bastante bien y más adelante podría cambiarse de puesto, algo muy tentador. Cuando tuviera ocasión me haría una visita. Le interrogué un poquito, sobre que pasó con Violeta, él no me dijo mucho, solo que habían comenzado algo, nada serio aún. Le conté lo de Robert, se molestó un poco, pero no me dio mucho la brasa, solo me preguntó que si estaba segura y que si era así, que fijo que seriamos buenos compañeros, además era temporal, algo que no paraba de repetirme. Se despidió y me prometió que ahora mantendría más el contacto.

Seguí viendo el capitulo desde donde lo había dejado, me recosté en el sofá y puse la siguiente temporada. En algún momento me quedé dormida, y me desperté cuando sonó el timbre de la puerta. Salí corriendo para la puerta, y abrí.

- Buenas noches. –Robert venía con una gran maleta, un macuto y una mochila para el portátil.
- Robert… buenas… noches - ya era de noche, ¿que hora sería? - , pasa por favor, ¿te ayudo con algo? – me dio lo que menos pesaba, el portátil.

Pasamos dentro, soltamos las cosas en la entrada y él volvió a por otra mochila más al coche. Robert se veía muy cansado. Lo primero era indicarle donde estaba su cuarto, el cuarto de baño y bueno que se acomodara. Subimos a la planta superior, nos dirigimos a la izquierda al fondo, su cuarto, se sorprendió por lo grande que era, no esperaba una cama tan grande, ni una habitación tan espaciosa. Le coloqué el portátil en la mesa, le indiqué que me siguiera, le mostré el cuarto de baño, y donde podía colocar sus cosas y que podía utilizar las toallas que estaban allí colgadas. Pregunté si ya había cenado, me dijo que no. Mientras él se fuera acomodando, yo haría algo de cena. Y lo dejé en su cuarto, mientras yo me dirigí a la cocina.

Preparé una ensalada, y me disponía a hacer algo más de cena, cuando escuché un móvil sonar, no era el mío, sería el suyo, sonó durante un buen rato. Pues no tendría ganas de cogerlo o estaría en el baño duchándose. Me puse a darle vueltas a mi cabeza, pensando en su piel desnuda, casi me rebano un dedo. Me hice un pequeño corte,- ¡ay! - un pequeño chillido, fui corriendo a curármelo, el botiquín estaba en el aseo, me limpié la herida y me puse una tirita. Volví a la cocina, fregué el cuchillo y acabé la ensalada. Encendí el horno, y metí una pizza precocinada, dejé que se hiciera. Puse la mesa, dos de cada, y cuando volvía con la ensalada, Robert apareció. No se me cayó la ensaladera al suelo de milagro. Estaba allí, con una camiseta y un pantalón de pijama, que le quedaba muy bien, a este chico todo le quedaba genial, venía con el pelo despeinado. Se ofreció a ayudarme. Nos sentamos a la mesa, serví la ensalada y mientras cenábamos, me comentó porque llegó tan tarde a mi casa. Se había pasado por casa de sus padres para recoger algunas cosas. Sonó la alarma del horno, lo apagué y coloqué la pizza en medio de los dos, la corte, él se sirvió. Yo solo cogí un trozo, ya estaba llena.

Al acabar fue él quien retiró la mesa, casi no me dejó llevar nada, solo me iba preguntando donde iba cada cosa, por suerte con el lavavajillas no tenía que fregar y por fin lo podía utilizar más a menudo. Nos retiramos al salón, él se acomodó en un lado del sofá principal y yo hice lo mismo en el otro lado. Le comenté las normas y le di las llaves, él las aceptó sin problemas, pero él también me puso una norma a mí, que le dejara fotografiarme y que yo tenía que aprender a hacer fotos, así que algunos días tendría que darme lecciones. Yo encantada, profesor a domicilio. Le expliqué cuales eran mis horarios semanales, para que al día siguiente, no se extrañase de estar solo hasta el mediodía. Después de hablar durante un buen rato, yo necesitaba dormir, me despedí y subí a mi habitación, encajé mi puerta, me puse mi camisón y me acosté.

Me levante temprano, me vestí, me arreglé un poco y bajé, un olor dulce venía de algún lado, seguí el olor hasta la cocina, en el centro de la mesa encontré un precioso ramo, con esas flores, como las que había en el jardín de Emma, y una nota.
“Gracias por permitirme quedarme en tu casa, espero que te agrade este olor porque a mi me encanta y lo vas oler mucho por aquí. Que pases un buen día en el trabajo. Rob”
Que detalle más bonito, y encima había acertado, ese olor me encantaba, ¿tendríamos el mismo gusto?. ¿Cuándo habría ido por las flores?, no escuché la puerta de la entrada volver a abrirse. Hice un poco de zumo, lo bastante para dos vasos, me bebí el mío y le dejé a él uno en el frigorífico. Le puse una nota.
“Espero que hayas descansado bien, tienes zumo recién hecho en el frigorífico. Si quieres dulces, abre el armario que tienes detrás, lo demás lo encontrarás, si no, llámame a este teléfono 954600788. Nos vemos al mediodía, Celia”

Me fui al trabajo, bueno fue un día de lo mas tranquilo en los últimos meses, incluso pude salir un poco antes. Camino a casa me paré a comprar el pan. Cuando abrí la puerta de la cocina salía muy buen olor, ¿sería Robert el que estaba cocinando?. Solté el bolso en el salón, fui hasta la cocina, menuda sorpresa, mi madre estaba allí, y Robert estaba ayudándola a cocinar. Que hacía mi madre allí. Los saludé a ambos, y le hice alguna pequeña broma a Robert sobre lo experto en la cocina que estaba hecho. Coloqué la mesa para tres, y me senté a esperarlo, viéndolos cocinar juntos, Robert tenía mucha maña. Trajeron una gran ensalada al centro de la mesa y también unos solomillos con una salsa y unas patatas a lo pobre. Comimos, todo estaba buenísimo, felicité a los dos. Estuvimos hablando un rato y luego mi madre se marchó. Robert se ofreció a llevarla, ya que quería ir a comprar algunas cosas y le cogía de camino.

Yo había quedado con Violeta para ir de compras, la llamé para que se fuera arreglando, me comentó que igual se venía Alice, las recogí y nos fuimos de tiendas. Me probé muchas cosas, Alice me trajo unos conjuntos, y bueno era verdad que tenía muy buen gusto. Volvimos cargadas de bolsas, las invité a tomar un café en casa. Antes pasamos a soltar en su casa todas sus bolsas, yo en la décima bolsa ya me paré, ellas compraron más cosas. Entramos en casa, Robert no estaba todavía por allí, las dejé en el salón y preparé el café, les serví y estuvimos hablando durante un buen rato, luego las acerqué a su casa y quedamos para salir más tarde.

Al volver, el coche de Robert ya estaba allí, así que ya había vuelto. Estaba en el salón viendo la tele. Bueno, le recordé que me tenía que enseñar su trabajo, me dijo que más adelante, que estaba preparándolo. Le comenté que iba a salir con su hermana, que si se venía, pero rechazó la invitación , prefería quedarse descansando. Esa noche cenamos una buena tortilla de patatas, y bueno, yo me tomé un poco de helado. Él al final, también se echó. Subí a prepararme, escogí la ropa, estrenaría ese vestido azul, mini. Me duché, me arreglé y me vestí. Ya era la hora de recoger a Violeta. Entré al salón para recoger el bolso, vi un fogonazo, casi me choco con el sillón. Robert se empezó a reír, diciendo que no era para tanto, que solo era una foto que no hacia falta asustarse. Mi cara debió de cambiar, porque me pidió disculpas. Salí del salón deprisa, pegué un portazo y cogí el coche.

¿Pero este chico era imbécil?, ¿qué quería ver como me partía la cabeza? ¿No podía haberme avisado? Me había pasado un poco, la verdad es que, la situación fue graciosa, si me caigo con ese vestido se me ve hasta el alma, hubiera sido peor. Llegué a casa de Violeta, llamé y salió Emma, me comunicó que Violeta se había puesto enferma y que no iba a salir, que la disculpará. Mañana la llamaría para ver como seguía. Me marché de vuelta a casa. ¡Vaya! ahora cuando regrese igual se ha enfadado por el portazo. Entré intentando pasar desapercibida, me dirigía a las escaleras, cuando me di cuenta de que él estaba en lo alto. Llegué a su lado, y me dijo en tono sarcástico,- ¿no ibas de fiesta?
- Sí, esa era la idea, pero tu hermana se ha puesto enferma, así que me vengo a descansar, de todas formas no me apetecía tanto salir. – Era mentira, me apetecía salir y divertirme.
- Anda, espera abajo, que ahora mismo nos vamos de marcha, que he cambiado de opinión – y se marcó una sonrisa. Si me hubiera cogido con algo de alcohol en el cuerpo me hubiera lanzado a por él.
- ¡Qué!, ¡cómo!, nos vamos de fiesta. Vale, a ver donde me llevas. – y me fui riéndome para abajo.

No hizo falta esperar mucho, estaba en la entrada de la casa y llegó, camisa negra, vaqueros y no me fije en nada mas, que en sus ojos, brillaban, casi iluminaban la calle. Nos montamos en su coche, que sensación, era impresionante. Al sentarme me di cuenta de que el vestido se subía un poco más de lo que debiera, pero yo lo bajé disimuladamente. Me llevó al ‘Night club’, me ayudó a bajar del coche, y entramos al local sin ningún problema. Lo seguí y nos sentamos en la parte VIP del club, ¿pero este chico como conseguía todo eso?, si apenas había regresado a la ciudad hace nada. Estaba muy cortada, vino una camarera a tomarnos nota, y en breve teníamos nuestras copas, no me dejó pagar. Brindamos por la noche, por nosotros y porque estábamos de fiesta. No hablé mucho, estaba muy cortada, él hablaba con mucha gente allí, me sentía un poco desplazada en aquel lugar. Me levanté y con la excusa de que iba al servicio me fui a la zona de baile, me entremetí entre la gente y pude ver un grupo de chicos y chicas en el otro lado, entre ellos reconocí a algunos compañeros del trabajo. Me acerqué y los salude, me quedé con ellos bailando.

Llevaba bastante con ellos, cuando me decidí a volver con Rob, ya que él me había traído, no lo iba a dejar tirado, pero es que no sabía de que hablar con él. Atravesé la pista y volví a la zona VIP, lo busqué pero no estaba, me senté en la mesa, y le volví a pedir a la camarera. Pensaba esperarlo un rato, si no aparecía me volvería con los compañeros y bueno ya alguno me acercaría a casa. Después de un tiempo prudencial, cogí mi copa, me levanté y me encaminé a la zona donde se encontraban mis compañeros. Pero al pasar por la pista, alguien me agarró del brazo, donde no llevaba la copa y me sacó de la pista. Al girarme vi que era él. Me dijo que no se encontraba muy bien, que por favor lo llevara a casa, la verdad es que tenía mala cara, pero aún se mantenía en pie. Salimos del local, me dio las llaves, cogí su coche y conduje prudentemente hasta la casa. Le ayudé a salir, se subió a la habitación y se acostó, le pregunte si quería algo y sólo me dijo que dormir, que se le pasaría. Yo también me acosté, estaba agotada.

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