2 de junio de 2009

Eternamente: Capitulo 5 - El nuevo inquilino

Pasaron varios días y el martes, volví a recibir correo de Rob. Me indicaba que llegaba el jueves y que se iba a quedar durante unos tres meses, que le parecía bien pagar los gastos a medias de la casa, y que aceptaría cualquier norma que no fuera exagerada. Me pedía la dirección de mi casa, para llegar el mismo jueves por la tarde. Le di las indicaciones oportunas. Preparé la habitación donde iba a dormir él. Era una habitación amplia, estaba justo al fondo del pasillo de la habitación superior, tenía un gran ventanal con vistas al jardín trasero. Junto a la ventana había una mesa grande con unos pequeños cajones, un lapicero con bolígrafos y lápices, su buena lámpara, una bandeja con folios, y con su silla de oficina. A su lado se encontraba una gran estantería, llena de libros, y alguna que otra cajita llenas de cosas. Dejé varios huecos en la estantería, quitando la mayoría de las cajas y llevándolas al despacho. Al otro lado de la ventana se encontraba un armario, que no estaba muy lleno. Vacié el armario y metí mi ropa en cajas, ya las guardaría en otro lado. Enfrente estaba la cama, una cama pequeña de matrimonio, puse el conjunto de cama azul y dejé un cubrecama negro a los pies de la misma. Vacié varios cajones de la cómoda, dejando solo dos llenos ,uno con sabanas y otro con camisetas y pantalones, alguno mío y otros de mi ex, que nunca vino a recoger.

Llevé las cajas de ropa al desván y luego me fui a hacer copias de las llaves de la casa. Me pasé por casa de mis padres y les comenté que Robert se venía a vivir conmigo durante una temporada. Mi madre puso el grito en el cielo, que si era una inconsciente, que mira que meter a un chico en mi casa después de lo mal que lo había pasado con mi ex, bueno, se llevó un buen rato diciéndome que no había pensando bien lo que iba a hacer. Mi padre sin embargo opinaba todo lo contrario, que me vendría bien tener un compañero de piso, lo halagó, vamos que estaba bien que un chico viviera en un piso, aunque se extrañó de porque no le había ofrecido a Jim esa habitación. Ambos me dijeron que lo de poner normas estaba bien y me ayudaron a poner algunas en las que yo no había pensado, me las apunte y luego ya las pasaría al PC.

Llegué a casa y me dispuse a pasarlas a papel, sólo eran unas pocas, no eran muchas, la principal y la más importante era que la comida y las tareas de la casa serían compartidas. Las demás eran cosas como, acordarse de cerrar las puertas y dejar las luces apagadas al salir de la habitación, nada de música estridente a ciertas horas, y bueno las demás pues ya surgirían cuando estuviésemos conviviendo juntos. Después fui al cuarto de baño principal y también le hice un hueco en el mueble de la derecha, para sus cosas. Saqué algunas toallas y las puse para lavar, para que él no tuviera que comprar ninguna, yo las tenía guardadas y estaban nuevas.

El jueves, fue un día muy tranquilo en la oficina, no hubo mucho trabajo pero sí había cosas que entregar, pero por suerte ya estaban acabadas. Más o menos salí a mi hora de trabajar, y llegué a casa temprano, me puse mis piratas y mi camiseta favorita, algo cómodo, y salí a comprar al supermercado, compré verdura, carne, algo de dulces, chocolate y helado, algunos productos de belleza y también de limpieza. Los coloqué en su sitio. Estaba nerviosa e inquieta, este chico era tan extraño, ¿podríamos convivir sin tirarnos de los pelos?, ¿habría problemas?, ¿nos llevaríamos bien?. Me apoltroné en el sofá y encendí la tele, esperando a que llegase.

Pasó la tarde y fue escondiéndose el sol, me tragué la temporada primera de Blood Ties de un tirón, en el final del último capítulo mi móvil empezó a sonar, lo cogí y miré de quien era la llamada… Jim, era Jim. Lo primero que hizo, fue pedirme unas cuantas veces disculpas por lo sucedido, cuando ya se dio por disculpado, por fin me contó lo que había pasado. Lo habían contratado otro 6 meses en el Centro, supliendo una baja, pero que seguramente al final del contrato lo renovaran para cubrir un puesto que se iba a quedar desierto. No era lo que se dice un gran trabajo, pero pagaban bastante bien y más adelante podría cambiarse de puesto, algo muy tentador. Cuando tuviera ocasión me haría una visita. Le interrogué un poquito, sobre que pasó con Violeta, él no me dijo mucho, solo que habían comenzado algo, nada serio aún. Le conté lo de Robert, se molestó un poco, pero no me dio mucho la brasa, solo me preguntó que si estaba segura y que si era así, que fijo que seriamos buenos compañeros, además era temporal, algo que no paraba de repetirme. Se despidió y me prometió que ahora mantendría más el contacto.

Seguí viendo el capitulo desde donde lo había dejado, me recosté en el sofá y puse la siguiente temporada. En algún momento me quedé dormida, y me desperté cuando sonó el timbre de la puerta. Salí corriendo para la puerta, y abrí.

- Buenas noches. –Robert venía con una gran maleta, un macuto y una mochila para el portátil.
- Robert… buenas… noches - ya era de noche, ¿que hora sería? - , pasa por favor, ¿te ayudo con algo? – me dio lo que menos pesaba, el portátil.

Pasamos dentro, soltamos las cosas en la entrada y él volvió a por otra mochila más al coche. Robert se veía muy cansado. Lo primero era indicarle donde estaba su cuarto, el cuarto de baño y bueno que se acomodara. Subimos a la planta superior, nos dirigimos a la izquierda al fondo, su cuarto, se sorprendió por lo grande que era, no esperaba una cama tan grande, ni una habitación tan espaciosa. Le coloqué el portátil en la mesa, le indiqué que me siguiera, le mostré el cuarto de baño, y donde podía colocar sus cosas y que podía utilizar las toallas que estaban allí colgadas. Pregunté si ya había cenado, me dijo que no. Mientras él se fuera acomodando, yo haría algo de cena. Y lo dejé en su cuarto, mientras yo me dirigí a la cocina.

Preparé una ensalada, y me disponía a hacer algo más de cena, cuando escuché un móvil sonar, no era el mío, sería el suyo, sonó durante un buen rato. Pues no tendría ganas de cogerlo o estaría en el baño duchándose. Me puse a darle vueltas a mi cabeza, pensando en su piel desnuda, casi me rebano un dedo. Me hice un pequeño corte,- ¡ay! - un pequeño chillido, fui corriendo a curármelo, el botiquín estaba en el aseo, me limpié la herida y me puse una tirita. Volví a la cocina, fregué el cuchillo y acabé la ensalada. Encendí el horno, y metí una pizza precocinada, dejé que se hiciera. Puse la mesa, dos de cada, y cuando volvía con la ensalada, Robert apareció. No se me cayó la ensaladera al suelo de milagro. Estaba allí, con una camiseta y un pantalón de pijama, que le quedaba muy bien, a este chico todo le quedaba genial, venía con el pelo despeinado. Se ofreció a ayudarme. Nos sentamos a la mesa, serví la ensalada y mientras cenábamos, me comentó porque llegó tan tarde a mi casa. Se había pasado por casa de sus padres para recoger algunas cosas. Sonó la alarma del horno, lo apagué y coloqué la pizza en medio de los dos, la corte, él se sirvió. Yo solo cogí un trozo, ya estaba llena.

Al acabar fue él quien retiró la mesa, casi no me dejó llevar nada, solo me iba preguntando donde iba cada cosa, por suerte con el lavavajillas no tenía que fregar y por fin lo podía utilizar más a menudo. Nos retiramos al salón, él se acomodó en un lado del sofá principal y yo hice lo mismo en el otro lado. Le comenté las normas y le di las llaves, él las aceptó sin problemas, pero él también me puso una norma a mí, que le dejara fotografiarme y que yo tenía que aprender a hacer fotos, así que algunos días tendría que darme lecciones. Yo encantada, profesor a domicilio. Le expliqué cuales eran mis horarios semanales, para que al día siguiente, no se extrañase de estar solo hasta el mediodía. Después de hablar durante un buen rato, yo necesitaba dormir, me despedí y subí a mi habitación, encajé mi puerta, me puse mi camisón y me acosté.

Me levante temprano, me vestí, me arreglé un poco y bajé, un olor dulce venía de algún lado, seguí el olor hasta la cocina, en el centro de la mesa encontré un precioso ramo, con esas flores, como las que había en el jardín de Emma, y una nota.
“Gracias por permitirme quedarme en tu casa, espero que te agrade este olor porque a mi me encanta y lo vas oler mucho por aquí. Que pases un buen día en el trabajo. Rob”
Que detalle más bonito, y encima había acertado, ese olor me encantaba, ¿tendríamos el mismo gusto?. ¿Cuándo habría ido por las flores?, no escuché la puerta de la entrada volver a abrirse. Hice un poco de zumo, lo bastante para dos vasos, me bebí el mío y le dejé a él uno en el frigorífico. Le puse una nota.
“Espero que hayas descansado bien, tienes zumo recién hecho en el frigorífico. Si quieres dulces, abre el armario que tienes detrás, lo demás lo encontrarás, si no, llámame a este teléfono 954600788. Nos vemos al mediodía, Celia”

Me fui al trabajo, bueno fue un día de lo mas tranquilo en los últimos meses, incluso pude salir un poco antes. Camino a casa me paré a comprar el pan. Cuando abrí la puerta de la cocina salía muy buen olor, ¿sería Robert el que estaba cocinando?. Solté el bolso en el salón, fui hasta la cocina, menuda sorpresa, mi madre estaba allí, y Robert estaba ayudándola a cocinar. Que hacía mi madre allí. Los saludé a ambos, y le hice alguna pequeña broma a Robert sobre lo experto en la cocina que estaba hecho. Coloqué la mesa para tres, y me senté a esperarlo, viéndolos cocinar juntos, Robert tenía mucha maña. Trajeron una gran ensalada al centro de la mesa y también unos solomillos con una salsa y unas patatas a lo pobre. Comimos, todo estaba buenísimo, felicité a los dos. Estuvimos hablando un rato y luego mi madre se marchó. Robert se ofreció a llevarla, ya que quería ir a comprar algunas cosas y le cogía de camino.

Yo había quedado con Violeta para ir de compras, la llamé para que se fuera arreglando, me comentó que igual se venía Alice, las recogí y nos fuimos de tiendas. Me probé muchas cosas, Alice me trajo unos conjuntos, y bueno era verdad que tenía muy buen gusto. Volvimos cargadas de bolsas, las invité a tomar un café en casa. Antes pasamos a soltar en su casa todas sus bolsas, yo en la décima bolsa ya me paré, ellas compraron más cosas. Entramos en casa, Robert no estaba todavía por allí, las dejé en el salón y preparé el café, les serví y estuvimos hablando durante un buen rato, luego las acerqué a su casa y quedamos para salir más tarde.

Al volver, el coche de Robert ya estaba allí, así que ya había vuelto. Estaba en el salón viendo la tele. Bueno, le recordé que me tenía que enseñar su trabajo, me dijo que más adelante, que estaba preparándolo. Le comenté que iba a salir con su hermana, que si se venía, pero rechazó la invitación , prefería quedarse descansando. Esa noche cenamos una buena tortilla de patatas, y bueno, yo me tomé un poco de helado. Él al final, también se echó. Subí a prepararme, escogí la ropa, estrenaría ese vestido azul, mini. Me duché, me arreglé y me vestí. Ya era la hora de recoger a Violeta. Entré al salón para recoger el bolso, vi un fogonazo, casi me choco con el sillón. Robert se empezó a reír, diciendo que no era para tanto, que solo era una foto que no hacia falta asustarse. Mi cara debió de cambiar, porque me pidió disculpas. Salí del salón deprisa, pegué un portazo y cogí el coche.

¿Pero este chico era imbécil?, ¿qué quería ver como me partía la cabeza? ¿No podía haberme avisado? Me había pasado un poco, la verdad es que, la situación fue graciosa, si me caigo con ese vestido se me ve hasta el alma, hubiera sido peor. Llegué a casa de Violeta, llamé y salió Emma, me comunicó que Violeta se había puesto enferma y que no iba a salir, que la disculpará. Mañana la llamaría para ver como seguía. Me marché de vuelta a casa. ¡Vaya! ahora cuando regrese igual se ha enfadado por el portazo. Entré intentando pasar desapercibida, me dirigía a las escaleras, cuando me di cuenta de que él estaba en lo alto. Llegué a su lado, y me dijo en tono sarcástico,- ¿no ibas de fiesta?
- Sí, esa era la idea, pero tu hermana se ha puesto enferma, así que me vengo a descansar, de todas formas no me apetecía tanto salir. – Era mentira, me apetecía salir y divertirme.
- Anda, espera abajo, que ahora mismo nos vamos de marcha, que he cambiado de opinión – y se marcó una sonrisa. Si me hubiera cogido con algo de alcohol en el cuerpo me hubiera lanzado a por él.
- ¡Qué!, ¡cómo!, nos vamos de fiesta. Vale, a ver donde me llevas. – y me fui riéndome para abajo.

No hizo falta esperar mucho, estaba en la entrada de la casa y llegó, camisa negra, vaqueros y no me fije en nada mas, que en sus ojos, brillaban, casi iluminaban la calle. Nos montamos en su coche, que sensación, era impresionante. Al sentarme me di cuenta de que el vestido se subía un poco más de lo que debiera, pero yo lo bajé disimuladamente. Me llevó al ‘Night club’, me ayudó a bajar del coche, y entramos al local sin ningún problema. Lo seguí y nos sentamos en la parte VIP del club, ¿pero este chico como conseguía todo eso?, si apenas había regresado a la ciudad hace nada. Estaba muy cortada, vino una camarera a tomarnos nota, y en breve teníamos nuestras copas, no me dejó pagar. Brindamos por la noche, por nosotros y porque estábamos de fiesta. No hablé mucho, estaba muy cortada, él hablaba con mucha gente allí, me sentía un poco desplazada en aquel lugar. Me levanté y con la excusa de que iba al servicio me fui a la zona de baile, me entremetí entre la gente y pude ver un grupo de chicos y chicas en el otro lado, entre ellos reconocí a algunos compañeros del trabajo. Me acerqué y los salude, me quedé con ellos bailando.

Llevaba bastante con ellos, cuando me decidí a volver con Rob, ya que él me había traído, no lo iba a dejar tirado, pero es que no sabía de que hablar con él. Atravesé la pista y volví a la zona VIP, lo busqué pero no estaba, me senté en la mesa, y le volví a pedir a la camarera. Pensaba esperarlo un rato, si no aparecía me volvería con los compañeros y bueno ya alguno me acercaría a casa. Después de un tiempo prudencial, cogí mi copa, me levanté y me encaminé a la zona donde se encontraban mis compañeros. Pero al pasar por la pista, alguien me agarró del brazo, donde no llevaba la copa y me sacó de la pista. Al girarme vi que era él. Me dijo que no se encontraba muy bien, que por favor lo llevara a casa, la verdad es que tenía mala cara, pero aún se mantenía en pie. Salimos del local, me dio las llaves, cogí su coche y conduje prudentemente hasta la casa. Le ayudé a salir, se subió a la habitación y se acostó, le pregunte si quería algo y sólo me dijo que dormir, que se le pasaría. Yo también me acosté, estaba agotada.

30 de mayo de 2009

Eternamente: Capitulo 4 - Quien es

Pasaron los días, con toda la rutina diaria de siempre, no hubo nada fuera de lo normal en toda la semana. Volvió a ser un viernes tranquilo, sin agobios, así que me pude pasar por la librería ‘Misterios de Axue’ a buscar alguna novela, que no hubiese leído ya, antes de llegar a casa. Aún no había recibido noticias de Jim, ningún correo ni ninguna llamada, pero de hoy no pasaba que lo llamase. Antes de prepararme para salir, lo llamé, no me cogía el teléfono, así que le dejé un mensaje de correo electrónico, diciéndole que se pusiera en contacto conmigo, que teníamos que hablar.

Había quedado con Violeta y Mike. Era la primera vez que iba a casa de los Cullen, era una gran casa muy moderna. Estaba varias manzanas más al sur de mi casa, era la casa más grande de la zona, se veía muy iluminada y espaciosa, tenía un precioso jardín a la entrada, lleno de parterres de flores, que desprendían todo su aroma con la brisa que corría aquella noche. Aparqué mi coche en la entrada frente al garaje y me dirigí a la puerta principal. Me disponía a llamar, pero Alice me abrió y me invitó a pasar. Realmente era tan espaciosa como se veía por fuera, tenía grandes ventanales, muebles modernos, pero en colores claros, todo estaba decorado con un gusto exquisito. Alice me condujo al salón principal, allí estaban Mike y la señora Cullen.

- Hola Celia, buenas noches. – Hablo Mike. - Toca esperar a Violeta, así que, por favor acomódate por aquí – me indicó un sitio a su lado.
- ¡Buenas noches, Mike! – me dirigí a su lado y me senté en el sofá.
- Buenas noches – me dijo la señora Cullen, - soy Emma Cullen.
- Encantada de conocerla, - dije yo, - tiene una casa muy bonita.
- OH, gracias, pero el mérito no es todo mío, Alice tiene un gran gusto. – Se escuchó la risa de Alice.
- ¿Qué tipo de flores son las que tiene en el jardín, es que me ha gustado mucho el olor tan dulce que desprendían?
- Te has fijado, pues tenemos muchas variedades, si quieres ven conmigo y te digo cual es cada una.
- ¿No te importa Mike?
- En cuanto aparezca Violeta, te avisamos, ve y disfruta.

Me encaminé con Emma hacia el jardín trasero, y allí el olor era aún más intenso que en la parte delantera de la casa. Me enseñó muchas flores y me indicó cuales eran las que olían más intensamente de noche, fue muy agradable darme un paseo por aquel jardín. Por lo que me contó era una afición que tenía desde muy joven. Emma era muy agradable tanto que le hacia una competencia feroz a su belleza.

Mike y Violeta me vinieron a buscar, y nos fuimos de marcha a varios clubes de la ciudad. Pasamos una noche muy divertida, nos hartamos de bailar y de reír. Mike era un gran bailarín, Violeta y yo nos lo rifábamos para bailar. Cuando acabó la noche los llevé a su casa, y yo me fui a la mía. Violeta quedó conmigo para ir de compras por la ciudad, durante la semana, tenía varias cosas que comprar. Me acosté al llegar y cuando desperté comí algo y me volví a dormir, tenía mucho sueño.

El domingo me desperté de muy buen humor, realicé las tareas de la casa y cuando acabe, me tome un buen descanso, poniéndome a leer el libro que había cogido en la librería. Era tan emocionante, que casi me lo leí en unas pocas horas, era una historia de amor entre dos adolescentes, de clase sociales diferentes, que por causas del destino acaban yendo a la misma escuela y entre ellos surge el amor. No lo acabé porque sonó el reloj, marcando las 3 del mediodía, así que, me hice la comida y luego me conecté al ordenador, y tenía muchos correos sin leer.

Primero elimine todos aquellos correos spam o aburridos que me habían llegado. Al revisar, me fijé en que tenía un correo de Robert, lo marqué para leerlo más tarde, y continué con la revisión. Cuando ya hube acabado de leer todos los correos, abrí el de Robert.

“Celia, buenos días.
Por fin me he podido poner en contacto contigo, he tenido problemas con la conexión, y aunque no te lo creas, he tenido estropeado el móvil. Mira, la semana que viene voy a estar en la ciudad, seguramente incluso me quede algún tiempo por allí. Así que cuando te venga bien podemos quedar, ya que voy a tener mucho tiempo libre y os enseño mi trabajo a Jim y a ti.
Por cierto, no sé si es una indiscreción o no, pero no sé si en tu casa tienes alguna habitación de invitados, no sé si me permitirías quedarme allí durante el tiempo que esté en la ciudad. Tú pones un precio y yo te pago lo que digas; bueno igual me he pasado, ya que casi no nos conocemos, pero tampoco conozco a nadie más que tenga casa.
Espero que nos veamos pronto.
Un beso, Rob.”


Me quedé casi atónita cuando acabé de leerlo, por tercera vez, vaya… no entendía nada de nada, que les pasa a estos chicos, uno no me llama y el otro quiere quedarse en mi casa, mis neuronas todavía no asimilaban lo que podía pensar mi cerebro. Sobre Jim, me plantee ir a casa de sus padres a preguntarles, aunque recapacitando decidí que no era necesario, porque podría parecer que pasara algo entre nosotros cosa que no era cierta, mejor seguir intentando ponerme en contacto con él por otros medios. A Robert no sabía que contestarle, pero tendría que hacerlo en algún momento; pensaba en mil cosas, que si se quería quedar en mi casa porque no se llevaba bien con sus padres, o con sus hermanos, porque me quería conocer más, no creo que se hubiese fijado en mí los más mínimo. Que le pasaba a este chico, que a veces parecía tan dulce y otras te daban ganas de estamparlo como si fuese un crío de 12 años.

Me fuí a la cafetería con mi portátil a relajarme tomándome un buen té frío y refrescante. Entré y me senté en la mesa del fondo, me recosté sobre el sillón, esperando a que viniese la camarera, que apareció rápidamente, me incorporé y le pedí, en unos instantes tenía mi té servido. Abrí mi portátil y al mirar los cuadros, lo vi de nuevo, esa mirada, ese chico; me acordé de que el señor Cullen me dijo que si quería saber más que le preguntase. No hizo falta ni moverme, el señor Cullen me vio, se acercó a mi mesa, me saludó y se sentó conmigo.

- Señorita Celia, ¿qué le trae por aquí esta tarde?, no es habitual verla en la cafetería un domingo.
- Pues ya ve, hoy necesitaba uno de sus tés, me relajan mucho y hoy me viene muy bien.
- Entonces, la dejo que se relaje, espero no haberla molestado.
- Claro que no, pero por favor no se vaya, quisiera preguntarle sobre un cuadro que me tiene intrigada.
- ¿Aquel por el qué preguntó la fecha hace unas semanas?
- Sí por ese, me gustaría saber la historia de esa foto – señalé en dirección a la foto.
- Pues veamos, déjeme recordar,… - se quedó pensativo un rato.

El señor Cullen me empezó a contar la historia de aquella foto y aquel chico.
“Sería el año 1919-1920, era una tarde de jueves, muy apacible, era otoño, y las calles se comenzaban a llenar de hojas. Era una de esas tardes en las que los chicos del barrio se reunían para coquetear entre ellos, pero no todos en el grupo eran tan lanzados ni tan tímidos. Aquel día era el cumpleaños de uno de ellos y sus padres habían contratado a un fotógrafo, que precisamente era hermano de mi tatarabuelo, así que, esa tarde se dedicó a sacar fotos. Todos eran chicos de un nivel social bastante alto para aquella época, y bueno a esas edades debían de encontrar una pareja similar a su nivel social. Pero el fotógrafo, se fijó sobre todo en ese chico, porque aunque se relacionaba con los demás, jamás se interesó por ninguna de las jóvenes. En esa foto, concretamente, estaba mirando la calle, y como paseaban las parejas, algunas ya casadas y con hijos. Tenía la mirada profunda y sus ojos denotaban que buscaba el amor pero no lo había hallado aún, en su casa le presionarían para que buscase esposa, se tenía que sentir muy frustrado. Según me contaron en las siguientes reuniones él comenzó a sentarse más aislado del grupo, y llegó un momento en que dejó de venir…”
- Pero, ¿no sabe quien era ese chico, quizás su apellido o bien de quien era hijo? – le interrumpí.
… “Pues su apellido, creo que era Pattinson, su padre era un importante diplomático, viajaban mucho por este motivo. Lo siento, pero no sé más, después de esa foto dejó de venir. Esa es la última foto que le tomaron en la cafetería.”
- Es una historia un poco triste, espero que al final encontrara a su amor y fuera feliz, porque sería una pena dejar escapar a un chico tan estupendo.
- Yo también lo… - cortó la frase, y se levantó, se despidió y se fue.- Bueno te tengo que dejar, me reclaman desde la barra, adiós Celia, que pases un día tranquilo.
- ¡Adiós y gracias!

Pattinson… bonito apellido, ¿cómo se llamaría ese chico?, ¿que sería de él?, que de preguntas sin responder. Sin duda, con toda la tecnología que existía hoy en día seguro que podría encontrar información sobre él o su familia. Tecleé en Google, su apellido, diplomático e hice búsquedas por muchas páginas. Encontré información sobre un diplomático que tuvo dos hijos gemelos y que vivió en la ciudad durante muchos años, pero que se mudó cuando uno de sus hijos cayó enfermo y el otro se alistó en el ejército. Seguí buscando más información relacionada con esa familia y encontré los nombres de sus hijos, John y Robert, no especificaba nada sobre ellos. Seguí buscando y encontré una página con un árbol genealógico donde aparecían los dos nombres. Ambos contrajeron matrimonio sobre el año 1922, pero uno de ellos, Robert, falleció el mismo año que se casó, al igual que su esposa y no tuvieron descendencia. El otro, John, vivió algunos años más que su hermano, pero sí dejó descendencia, que se remonta hasta nuestros días, pero que es muy amplia. Su mujer se casó de nuevo y se cambió el apellido, al igual que a su hijo, y además tuvo más hijos. Si ésta era su vida, ¿quien de los dos fue él?, parece que ambos encontraron el amor, pero sería soldado, o sería el enfermo.

No encontré mucha más información, debería de ir a la biblioteca municipal, a buscar los periódicos de la época, seguro que en ellos vendría anunciadas sus bodas, y más si eran gente de bien. Me apunté todos los datos y me fui de la cafetería, me dirigí a la biblioteca que estaba a punto de cerrar. Entré corriendo y el conserje me indicó donde estaban los periódicos de esos días, pero además busqué los 15 días anteriores, por si hubiese habido algún tipo de anuncio de la pedida. El bibliotecario me ayudó a buscarlos y me los dejó para que le echara un vistazo. Busqué en la sección de breves y fotocopié esas hojas. Recogí todas las hojas y salí para casa.

Cuando llegué a casa clasifiqué las hojas por días y una a una fui revisando todas las noticias, por si encontraba algo que los relacionara con lo que andaba buscando. No encontré nada, ni noticias, ni fotos, ni pequeños anuncios. Me encontraba cansada, ese día resultaba ser un poco agotador, y bueno me quedaban cosas por hacer, como contestar a Robert. Le di mil vueltas al asunto, lo dejaba dormir en mi casa durante unos días, pero tenía que saber la verdad, y además tendría que poner algunas normas. Después de un buen rato por fin me decidí a escribirle:

“Buenas tardes, Robert.
Me alegro que vuelvas, me encantaría ver tu trabajo, ya que me apasiona la fotografía, aunque yo no sea muy buena en ello. Cualquier tarde me viene bien. Cuando estés aquí ya vemos el día que nos viene bien a ambos, porque respecto a Jim, no sé si lo sabrás, pero se volvió al trabajo, y la verdad no se nada de él desde el día siguiente de la cena. Quizás, ¿tú sepas algo de él?

En cuanto a lo de venirte a vivir conmigo mientras estés aquí, no me importa, pero me gustaría hablar este tema, mejor cara a cara. En cuanto a pagar por la habitación no hace falta, con que paguemos a medias los gastos de la casa, me sobra. Y bueno si te vienes a mi casa, pues habrá unas pequeñas reglas, no te asustes, que no van a ser muy estrictas. Sólo necesito saber cuando te vendrías, por cuanto tiempo, para arreglar esa habitación y hacerte hueco en los armarios y estanterías.

Espero que me contestes o me llames antes de venir. Nos vemos en breve.
Un besito, Celia.”

24 de mayo de 2009

Eternamente: Capitulo 3 - La noche es joven

Después del postre, nuestros padres charlaban animadamente en la otra punta de la mesa, parecía que aquello iba a durar mucho. Jim nos invitó a acompañarle al salón pequeño y dejar así a los padres, y estar nosotros más tranquilos. La sala tenía una barra y varios sillones, nos acomodamos y nos servimos unas copas. Fue donde reencontré aquellos ojos, mientras me tomaba mi copa y los escucha hablar a los chicos sobre deporte, yo no podía dejar de mirarle. Violeta que estaba sentada a mi lado, me dio un pequeño codazo y me dijo que estaba soltero y comenzó a reírse. Todos se giraron, yo estaba colorada y acalorada y ella no paraba de reírse. El sonrió y volvió a su conversación. Yo necesitaba salir de allí, de aquella casa… no me lo pensé y me levanté, y justo cuando estaba al lado de la puerta de la casa, una mano se posó sobre la puerta impidiéndome salir. Me di la vuelta y era él.
- Celia, ¿a donde vas? ¿ya nos abandonas, tan pronto? No me ha dado tiempo a hablar contigo.
- Bueno… yo solo iba – que le decía ahora, resulta que quería hablar conmigo - …yo iba a salir a que me diera un poco el aire.
- Entonces ¿volverás? – Su tono fue como una orden, pero tan dulce.
- Sí, dame cinco minutos.
- Entonces te dejo pasar, solo cinco minutos o vengo por ti.
Se volvió riéndose para la sala. Yo me quedé allí, ni siquiera abrí la puerta, estaba paralizada, lo había tenido tan cerca y olía tan bien, y su sonrisa era tan perfecta y esos ojos, eran profundos y cautivadores.

No podía quitármelo de la cabeza, y apareció Alice y me hizo pisar la tierra. Que chica tan agradable, era de la edad de Ronnie, era tan dulce, y hablando con ella me encaminé de nuevo a la sala. La reunión parecía haberse enfriado todos estaban sentados menos Robert y Jim que charlaban en la barra del bar. Jim llamó mi atención y me dirigí hacia él.
- Celia, ¿conoces a Robert?
- Bueno me lo acabas de presentar hace una hora, no me ha dado tiempo Jim, - le dije con una sonrisilla.
- Rob, es un tipo genial, esta trabajando ahora en un estudio de fotografía, le encantan las fotos. Yo le he dicho mil veces que las lleve a alguna galería, pero no me hace caso. Deberías ver su trabajo, Celia.
- Jim que estoy aquí, - Robert comenzó a reírse.
- Pues si eres tan bueno como dice, me encantaría que me mostrases tu trabajo.
- Rob, ¿cuándo estás aquí? Podemos quedar en la cafetería de tus padres.-
- Pues la semana que viene estoy aquí, cualquier día, porque estaré ayudando a mis padres con algunas cosas de la cafetería.
- Rob te parece bien el miércoles, estaremos sobre las 7.
- ¡¡¡Hola Jim!!! pregúntame cuando quieras – dije en tono irónico.
- Puedes, verdad, ¿di que sí? – asentí.
- Entonces el miércoles os veo por allí.

Se acercó Violeta, y Jim cambio de tema y se puso a hablar de películas con Robert. Violeta venía a comentar que estaría bien dar una vuelta por algún local de la ciudad donde se pudiera bailar. Jim se hizo el sordo y casi la ignoró. Pero a mí me apetecía, así que cogí a Violeta y le dije a Jim que nosotras nos íbamos al ‘SoSo CLUB’, les di las indicaciones por si querían venirse. Antes de salir nos retocamos un poco el maquillaje.

Fuimos en mi coche puesto que ella se había venido con Robert en su coche, un Audi A4 azul intenso. Se encontraba aparcado justo a la entrada, frente al mío. Nos montamos en el coche y me dirigí al club. Entramos sin problemas y echamos un vistazo, estaba bastante lleno, nos colocamos al final de la sala, cerca de la pista de baile, en aquellas sillas altas. Nos pedimos otra copita, yo algo sin alcohol. Violeta era genial, tenia mil temas de conversación, cuando pusieron salsa ya ninguna de la dos nos pudimos resistir y salimos a la pista a bailar. Se nos acercaron muchos chicos, unos más moscardones que otros, pero nosotras nos lo estábamos pasando pipa. No nos cansábamos de bailar. Pero o parábamos y tomábamos algo o nos tenían que sacar en camilla de allí. Algunos chicos se ofrecieron a invitarnos, pero conociendo el mundo de la noche, optamos por pasar y pedirlo nosotras mismas. Nos volvimos a sentar y entonces en medio de aquel mogollón de gente reconocí a Jim. Le hice señas y se acercó, venia el solo. Se sentó con nosotras y nos dijo que Robert y Mike habían ido a otro bar. ‘Night club’, estaba situado al este de la ciudad y era un club muy selecto, no todo el mundo entraba allí, yo solo había ido una vez y porque fui con un amigo de la facultad que había conseguido gracias a un hermano suyo una entrada especial. Sin duda era un gran club, todo muy espacioso y para nada tan lleno como en el que estábamos. Después de un rato comencé a notar que sobraba, Violeta estaba encantada con Jim, la veía reírse de aquellos chisten tan malos que solía contar para ligar. Estaba empezando a ver química entre ellos, así que cogí mi bolso y me despedí de ellos, alegando que al día siguiente tenía que hacer muchas cosas y como siguiera allí no iba a ver nadie que me levantase.

Salí del local, me monté en mi coche, y bueno no era muy tarde, la noche era joven pero donde iba a ir yo a estas horas y sola. Podía haber ido al Night Club, pero seguro que no podría entrar, o buscar a mis amigos, pero a esta hora nadie me iba a coger el móvil. Arranqué y me dirigí a casa. Por el camino pasé por la casa de los Gadner, el coche de mis padres seguía allí; mañana mi madre me llamaría diciendo que no fuera a comer con ellos, que no estaban para nadie, seguro tendrían un resacón muy bueno. Continué hasta mi casa.

Entre, subí las escaleras, y me eché sobre la cama, no tenia ni cuerpo para quitarme nada. Me quedé dormida, pero sonó el móvil, con lo que me desvelo. Lo miré, era un número que desconocía, quien seria a esa hora, la 5:30 de la mañana.
- Si, ¿dígame?
- Celia, eres Celia.
- Si lo soy, ¿dime, quién eres?
- ¡Soy Mike!
- Ah hola Mike, ¿dime qué ocurre? ¿Ha pasado algo?
- No, no. ¿Estás con Jim? Es que lo llevo llamando un buen rato y no lo coge.
- Está con Violeta, yo les dejé en el SoSo club
- Ah!!, no estas con ellos, bueno entonces nada, te dejo que sigas con tu marcha nocturna
- No importa – estaba en casa y calentita y me había quedado dormida,- ya estoy en mi casa. ¿querías algo más?
- Upsss, disculpa estabas dormida seguro, lo siento. Bueno te dejo dormir. Que tengas dulces sueños. ¡¡¡Adiós!!. – Colgó.

Vaya que pintas debía de tener, me levanté, me quité la ropa y la dejé colgada. Me quite las joyas, me desmaquillé, me quité las horquillas y me atusé el pelo, me coloqué el camisón y me fui a la cama a seguir durmiendo un rato más.

Comenzó otro domingo más, pero algo distinto al resto de los demás, me dolía la cabeza y el sol me molestaba, hasta el sonido del aire era molesto en aquel instante. Me encontraba tan cansada y perezosa, no me apetecía moverme de la cama. Me di la vuelta e intente dormir un rato más, el tiempo pasaba y seguía despierta, ya me cansé hasta de estar en la cama, me levanté mire el reloj era un poco tarde casi la hora de la comida. Baje al salón, llamé a mis padres, mi madre contestó.
- Mamá, soy Celia, ¿que tal, como acabasteis anoche?
- Uff, ni te cuento estuvimos hasta bien tarde, estuvimos charlando de tantas cosas, tantos recuerdos. Hacia tanto que no me lo pasaba tan bien.
- Me alegro mami. Me visto y en un rato estoy allí, ¿vale?
- Mi niña mejor que no vengas, tu padre aún anda dormido, bebió demasiado. Y yo tampoco estoy para meterme en la cocina, mejor vete a comer con alguna amiga.
- Vale, yo también estoy algo cansada. Anoche me lo pase genial con Violeta, es encantadora, nos fuimos a bailar y creo que me duele hasta el ultimo hueso. Creo que no saldré, me quedare descansando.
- Hicisteis buenas migas, jaja. Bueno y que tal con Jim, y los demás.
- También me parecieron todos muy agradables… - que quiere que le diga que alguien me tenia que haber caído mal.
- Y ¿no salisteis juntos?- ya se estaba poniendo en plan interrogatorio.
- Pues ¡no! Ni falta que hacia… - no tenía ganas de dar explicaciones – bueno mami te dejo. Por la tarde me paso un rato.
- Adiós pequeña.
- ¡¡Adiós!!

Fui a la cocina y abrí el frigorífico, haber que podía hacerme, la cosa no estaba muy bien, tenía que haber ido al mercado, ya sabia que se me olvidaba algo que tenia que haber echo ayer. Pues nada, llamé a un par de amigas pero todas tenían planes. Pues me tocaba irme a comer fuera, me vestí con uno vaqueros, una camiseta y los botines, una coleta y a la calle. Me apetecía andar, así que fui calle arriba, dirección norte, gire a la derecha hasta el ‘Bar Loles’, estaba llenísimo, me iba tocar esperar. Después de casi media hora, por fin conseguí un sitio dentro del bar. El camarero me tomo nota y en poco tiempo me trajo el pedido, comí y pague, y volví a casa. Llegue, y me eche en el sofá, encendí la tele y cambie de canal hasta encontrar algo que mereciera la pena ver, opte por poner un canal de documentales, en concreto había uno sobre los años 1920… así que lo estuve viendo hasta que el sueño se apodero de mí.
¡Celia! – grito alguien desde el exterior. Me sobresalte del sofá, cuanto abría dormido, era de noche. – ¿Celia, estas ahí? – volvieron a gritar.

Fui corriendo hasta la puerta y abrí, era Ronnie. Su cara se relajo al verme. Le hice pasar, venia a buscarme para darme un recado de su hermano. Dijo que me habían llamado a casa, pero yo no cogía el teléfono, claro estaba dormida. Me dijo, que Jim se había tenido que marchar a media tarde de vuelta a la ciudad donde trabajaba, que le ofrecían un dinero curioso por sustituir a un compañero durante un mes. Y claro no podía rechazarlo así que se había ido. Que sentía mucho no poder ir conmigo el miércoles, pero que en un papel me había dejado unas indicaciones. Ronnie me las dio y luego se marcho. Abrí la nota y solo había apuntado: “666999333, llama es importante. Jim.” Que quería decir con que es importante, habría pasado algo, y no se lo había contado a su hermano. Durante la cena le di mil vueltas a la cabeza, pensando que podía ser, pero que me quería decir con la nota.

Acabe de cenar, me fui al despacho y me conecte al ordenador. Miré el correo, pero no tenia noticias suyas. Cada vez me inquietaba más, pero si quería que llamase porque no me llamaba él, o porque no me lo había escrito un correo o me había vuelto a llamar para decírmelo. Cogí el teléfono marque y espere a oír el tono, nadie lo cogía, colgué. Espere un rato y volví a llamar, un rato esperando pero no me lo cogían. Seria un móvil suyo y no podía cogérmelo, por dios que ha pasado. Hice un último intento, marque y espere, y espere, y por fin descolgaron.
- ¡Si! – me resultaba familiar esa voz.
- Hola, soy Celia. – que mas digo…
- Celia, celia creo que se ha confundido de teléfono. – Colgó.
Me ha colgado, no era Jim, pero su voz, quien era. Volví a llamar.
- Si - volvió a responder.
- Soy de nuevo Celia, pero por favor no cuelgues, mi amigo Jim me ha dicho que llamase a este numero, que era importante.
- Jim, ah Jim…perdona deberías haber empezado por ahí. Hola Celia, soy Robert.
- Rob…Robert – que corte, me sonroje.
- Celia, supongo que será por lo del miércoles, es que no voy a estar en la ciudad, me ha surgido un problema y tengo que irme antes.
- Ah vale, no hay problemas otra vez que vengas me enseñas tus fotos.
- Pues entonces déjame tu teléfono o tu mail para poder contactar contigo, ¿no?
- Ah, si claro, si no, no me localizas, aunque paro mucho en la cafetería de tus padres. Tienes para apuntar
- Si, dime.
- El mail es fueni_luna@gmail.com, y el teléfono 691123369.
- Bien apuntado. Te mando un correo para que tengas mi dirección de mail.
- Vale, bueno disculpa por la hora de la llamada y por el mal entendido. Adiós
- Adiós.

En breves segundos recibí un correo de robert.cullen@gmail.com, solo decía que le respondiese, si yo era la chica que fue a tomar el aire cinco minutos y un poco más y no vuelve. Que gracioso, no, bueno pues si el estaba chistoso yo más. Respuesta: “La chica que casi no vuelve, estuvo esperando al chico que amenazo con buscarme y no vino, fue un cobarde.” Cerré el ordenador y me fui echando chispas, porque Jim haría algo así, porque no me había dejado un mail explicándome todo esto. Y encima, Robert estaba guasón aquella noche. Me metí en la cama, puse el despertador y a esperar que el día siguiente no me acordará de nada de lo sucedido en el fin de semana, no fue tan bueno como esperaba.

17 de mayo de 2009

Eternamente: Capitulo 2 - Reencuentros

Había dormido tan bien aquella noche, no sé cuantas horas habían pasado pero me sentaron genial. Estaba tan a gusto en la cama, allí entre las sabanas, pero tenía que hacer muchas cosas aquella mañana. Me destapé, salté de la cama y abrí la ventana, me deslumbré. Era un día soleado y despejado, nada que ver con el día anterior, tenía pinta de que hoy iba a ser un día estupendo. Corrí a vestirme, camiseta y pirata, y mis Adidas. Preparada para afrontar el día. Me recogí el pelo en una coleta, me lave la cara con agua fría y antes de bajar a desayunar, hice la cama y arregle un poco la habitación. Cogí el bombo de la ropa y me dirigí a la cocina, metí la ropa en la lavadora, eché los productos y la puse en funcionamiento. Me hice un buen desayuno, zumo recién exprimido de naranja y pomelo rosa, una buena tostada y un café con leche. Preparé una bolsa con una botella de agua que cogí del frigorífico y una manzana. Subí el bombo de nuevo al cuarto de baño, recogí la bolsa de deporte, donde ya tenia preparada la ropa para la piscina. Volví a la cocina, a por la bolsa de la comida y la introduje en la mochila. Cogí las llaves y el móvil y salí de casa.

Me encaminé hacia el parque ‘Los Almendros’, situado a dos manzanas de mi casa. Me apoyé sobre un árbol para realizar algunos estiramientos previos a la carrera. Me coloqué mis cascos del iPod y empecé a correr, me proponía correr una horita antes de ir a la piscina. Comencé con una carrera ligera, para ir cogiendo tono, a los veinte minutos cambie de ritmo, aceleré el paso y seguí así otros veinte minutos más. Luego bajé de nuevo el ritmo para ir recuperando mi respiración, di alguna vueltas más y me pare a la sombra de un gran almendro cerca de la entrada principal del parque. Solté la mochila junto al árbol, saqué la botella y sacié mi sed, realicé algunos estiramientos y luego me senté un rato bajo aquel árbol.

Apagué el iPod y lo guardé, bebí un poco más de agua y me recosté sobre el árbol. Estuve un rato allí escuchando los distintos sonidos del parque a esa hora, no había muchas personas, se escuchaba algún que otro canto de pájaro, y el discurrir de la gente. Después de haber descansado algo, me incorporé, me coloqué mi mochila y crucé la calle para llegar a la piscina municipal. Primera sorpresa del día, en la puerta de la entrada de la piscina había un comunicado:
“Por motivos de mantenimiento y adecuación, la piscina municipal permanecerá cerrada hasta el 1 de Agosto.
Disculpen las molestias.
El gerente del ayuntamiento, Sam Bernar“

Aunque me dio coraje, tenía otra opción, ir a casa, coger el coche e ir a la playa, solo estaba a una hora de camino. Pero no me daría tiempo entonces de ir a la peluquería… creo que me los podría arreglar bastante bien para la cita que tenía aquella noche. Así que por que no, volví a casa, me cambié me puse mi bikini rosa, cogí mi toalla, me puse mi vestido playero, mi gorra, un buen libro, y me metí en el coche. Camino de la playa, me acordé de que tenía que haber llamado para anular la cita de la peluquería, no creo que Kris se molestase, siempre tenía la peluquería a tope.

Llegué a la playa en solo una hora, bajé por la arena, todavía no se había calentado demasiado, extendí mi toalla, coloqué mi libro, solté mi gorra y mi ropa en la bolsa, y me metí en el agua, estaba cálida. Salí y me tumbé al sol, me comí tranquilamente la manzana. Luego me puse la gorra, cogí mi libro y continué por donde lo había dejado la última vez que lo leí. Estaba metida en el libro, con aquellas fieras mitológicas y esos dioses que eran generosos y hermosos según los describía el autor. Las luchas llenas de magia y misterios, todo tan irreal, pero un mundo que me hubiese encantado conocer en realidad.

De repente algo me tapo la claridad,
- ¿¿Celia?? –alguien me llamó, me giré… que sorpresa era Jim Gadner.
- ¡¡¡Jim!!! – respondí en cuanto lo reconocí, me levanté apresuradamente, para saludarlo. - ¿Pensaba que te vería esta noche en casa de tus padres?
- Sí, bueno... – parecía que él tenía tan pocas ganas como yo de estar en la reunión de aquella noche – …claro que estaré, ¿vendrás verdad? No me dejarás allí solo con todos los “carcamales” – comenzamos a reírnos.
- Sí, allí estaré. Bueno, ¿y que haces por aquí? Suponía que tu madre os tendría allí retenidos para echarle una mano.
- Más o menos, pero en cuanto se despistó un poco me largué de allí, tú sabes que yo no sirvo para eso.
- Jim sigues como siempre, jaja. – El calor empezaba a notarse. - Bueno aquí ya va haciendo demasiado calor, te invito a algo en el bar, ¿te apetece?, así me cuentas que es lo que has hecho todo este tiempo.

Me vestí y recogí todas mis cosas y nos fuimos al bar que había en el paseo, nos sentamos en una mesa de la terraza. Llegó el camarero, le pedimos un par de cervezas, bien fresquitas, y una aceitunas para picotear. Jim me contó que había terminado la carrera de fisioterapia, y que había estado de prácticas en una clínica durante un año. Luego estuvo en un Centro Especializado y que bueno, aprendió mucho pero que no le fueron muy bien las cosas. Ya conocía a alguien que me podría dar los masajes gratis, no creo que me fuera a decir que no, él siempre estaba ahí cuando lo había necesitado, era mi mejor amigo, hasta que intentó algo más. Aquello pasó justo un año antes de que se fueran, nunca perdimos el contacto del todo, pero el paso que dio, estropeó un poco aquella amistad y fuimos alejándonos, nunca perdimos la amistad del todo. Yo le conté que también había terminado la carrera de Informática y que estaba colocada en una empresa de la ciudad, que no me faltaba trabajo, yo creo que a veces hasta me sobraba. Que tenía un buen puesto y que me había independizado hacia un año. Jim me dijo que se había vuelto a la ciudad, pero que no pensaba quedarse mucho en casa de los padres, estaba buscando un piso de alquiler; ya había visto varios, uno cerca de la librería ‘Misterios de Axue’, frente al parque ‘Los Almendros’ era pequeño pero estaba bien situado. Había visto una casa donde alquilaban una habitación, estaba en la otra punta de la ciudad al norte de la calle principal, más espaciosa y le saldría más económico, porque compartiría gastos. Se nos hizo un poco tarde así que nos tomamos unas tapas y nos fuimos, nos despedimos hasta la noche. El cogió su coche, un Honda Civic, verde oscuro y se fue. Yo me monté en mi coche, mi nuevo y brillante Nissan Almera azul noche, y me encaminé a casa.

Llegué a casa, me acordé que había dejado puesta la lavadora, saqué la ropa y la colgué en el tendedero que tenía en el jardín trasero, antes de irme tenía que recogerla, así que me puse una nota en el frigorífico para acordarme más tarde. Me quedaban 4 horas para estar arreglada, y tenía que hacer mucho. Rellené la botella de agua y la metí de nuevo en el frigorífico. Barrí la cocina, limpié el salón y la entrada de la casa. Fui al despacho, conecté el ordenador y miré los correos. Contesté a varios de ellos que tenía, eran del día anterior, pero por el apagón no pude. Miré las últimas noticias en el periódico digital, entonces me llego un correo de Jim.
“Celia no te los vas a creer, pero por lo que he visto en mi casa esto más que una simple reunión parece un fiesta de gala. Tiene pinta de que va a ser mas aburrida de lo que temía, haber si nos podemos escabullir e irnos de fiesta que hace mucho que no salgo por aquí y quien mejor que tú para mostrarme los sitios nuevos. Bueno no te entretengo más, nos vemos en dos horas.
Besos, Jim. “

Bueno, ya habían pasado dos horas no me fijado en la hora que era, las 6:30, ya comienzan las prisas, ¿qué me iba a hacer en estos pelos?… apagué el ordenador y subí corriendo por las escaleras. Me fui directa al armario - ¿Qué me pongo, tengo que ir elegante, juvenil, pero no demasiado llamativa? – que difícil era elegir algo, no sabía que ponerme. Pensé en mi traje negro, pero era demasiado formal, descartada una opción, nada de trajes. Busqué entre los vestidos, podía ser aquel rojo escotado que tanto le gustaba a mi ex, pero no, demasiado provocativo; tal vez el vestido negro y morado de gasa que me había puesto para la cena de navidad de la empresa, demasiado clásico; miré y rebusqué pero ninguno me convencía. Ya solo me quedaba una opción, mi falda de tubo negra y combinarla con algo de color… Escogí algunas camisas, azul, roja, blanca, verde, la única que me convencía era la azul, me hacía relucir más el color de mi cabello y de mis ojos. Ahora los zapatos, elegí los clásicos negro de salón, con bastante tacón, así estilizaba mi figura. Me fui al joyero y escogí mis pendientes de oro blanco con forma de flor de lis, también saqué aquella pulsera de plata que me había regalado mi madre, y que era un recuerdo de familia, heredado de madres a hijas.

Me fui al cuarto de baño, abrí los grifos, metí la ropa en el bombo y me duché en unos minutos. Me ricé un poco el pelo, me lo recogí con unas horquillas y me deje algún que otro mechón suelto. Fui a mi habitación, me puse el conjunto negro. Me senté en la silla y comencé a maquillarme, un poco de base de fondo, sombra de ojos negro ahumado y algo de gris, eyeliner negro enmarcando la mirada, un poco de rimel, colorete rosado y un poco de color en los labios, un tono rojo anaranjado. Un poco de gloss y lista. Me puse las medias, me vestí con el conjunto de ropa elegido. Me puse las joyas y me mire en el espejo, no estaba mal, pero el pelo seguía sin convencerme, dejé de mirarme porque sabía que al final me iba a pasar como siempre y terminaría haciéndome una cola baja. Me eché mi colonia preferida, Hugo Boss Women, un poco en el escote, en el cuello y en las muñecas y una pulverización hacia arriba para que quede impregnado el pelo. Antes de irme, bajé y recogí la ropa tendida, la coloqué en la cesta y la dejé en la habitación de invitados. Cogí el bolso negro y metí la barra de labios, para posibles retoques, tendría que dar muchos besos, y salí por la puerta.

Llegué a casa de los Gadner, 5 minutos más tarde de la hora fijada, y por lo que ví en la entrada, mis padres ya estaban allí, además había varios coches que no conocía. Bueno, me preparé antes de salir del coche,- siempre con una sonrisa recuerda. – Llamé a la puerta y me abrió la mismísima señora Eva Gadner. Me hizo pasar al salón de la casa, donde se encontraban mis padres, y me dirigí hacia ellos. Los hijos de los Gadner, Jim y Ronnie también se encontraban en la sala. Ronnie era un chiquillo, que no alcanzaría aún ni los 18 años, si no recordaba mal debía de comenzar este año la universidad, se quería dedicar a la medicina. Al verme vino corriendo a saludarme, cuando fue más pequeño le di alguna que otra clase de apoyo. Me abrumó contándome historias que le habían ocurrido en este tiempo. Por suerte Jim se percató y me rescató de su hermano, acompañándome por una bebida a la cocina.
- Celia, estás muy bella esta noche, brillas más que la luna…
- Anda Jim no empieces, que me vas a sonrojar, que tampoco es para tanto.- se podía haber ahorrado el comentario.
- Que poco te valoras niña – y se comenzó a reír. – Salgamos al jardín, ya han llegado todos, me parece a mí que se van a quedar pasmados cuando te vean.

Le di un codazo y me di la vuelta, le pegué un trago a la copa de vino que me había servido, la dejé allí y me fui al salón. En aquel momento prefería la compañía de Ronnie con sus historias que a su hermano adulándome una y otra vez. Solo quedaba allí Eva, cuando me vio, casi me saca a patadas y me llevó hasta la salida que daba al jardín.
- Venga, Celia, ahora mismo salgo yo, gracias por venir a buscarme, pero en breve salgo, no tardo.

Eché una ojeada a través del cristal de la puerta, había gente a la que no relacionaba con nadie de la ciudad. Y lo ví de espaldas, el señor Cullen estaba allí y estaba acompañado por una mujer un poco más baja que él pero con una cara angelical, era preciosa. Si era su mujer hacían muy buena pareja. Junto a mis padres había un chico de mi edad más o menos pero no lo reconocía, ni tampoco le vi la cara desde allí. Junto a Jim y Ronnie, había un grupo de jóvenes, chicos y chicas de distintas edades, pero que no reconocía a nadie. Junto al señor Gadner, había otra pareja de mayor edad que me pareció ver que eran los señores Eaten. Viven al final de nuestra calle, en la casa de la esquina, no tenían hijos pero siempre habían ayudado a las demás parejas del barrio a cuidar a sus hijos, en ocasiones especiales. Me armé de valor, abrí la puerta y bajé los escalones, parecía que nadie se había dado cuenta o eso creí yo.

Crucé el jardín y llegué hasta mis padres, y ese chico ya no estaba allí, estaba junto al señor Gadner. Mis padres me contaron que ese chico y los demás eran familiares de los Cullen, que habían venido de visita a la ciudad. Estuvimos allí durante un buen rato, pude seguir hablando un rato más con Jim, cuando se acercó a saludar a mis padres. Poco a poco lo fui alejando de mis padres para preguntarle que hacia allí la familia Cullen. Solo sabía que su madre los había invitado, porque los conocía de hace años, pero no parecía ese el motivo, tal vez fuera por la hija de los Cullen. Era la chica de pelo liso y cobrizo que se encontraba junto a su hermano, Violeta. Era preciosa, vamos era una mujer muy guapa. Jim opinaba lo mismo, pero decía que bueno que no se fijaría en alguien como él. Como en breve íbamos a cenar, me especificó quienes eran los demás. El hermano de Violeta, aquel chico que estaba junto a mis padres era Robert; el chico que se encontraba a su lado era su primo, James, un poco más pequeño tanto en edad como en estatura. Al lado de Violeta está Alice, su otra hermana, que era la pequeña. Me dijo que faltaba el hermano de James que estaba trabajando y llegaría más tarde a la cena, Mike.

Eva se asomó a la puerta y nos indicó que entrásemos al salón, para cenar. La mesa estaba adornada exquisitamente, la señora Gadner siempre controlando todo los detalles. Nos sentó de forma que los jóvenes estuviésemos juntos, en uno de los lados de la mesa. Jim presidía la mesa por nuestro lado, a su izquierda estaba sentada Violeta y luego Robert, Alice y James. A la derecha estaba Ronnie, yo a su lado, y a mi lado Mike. Cuando estuvimos acomodados, fue entonces cuando me fijé en él, esos ojos eran tan verdes, tan brillantes, su cara tenía algo, aquellos rasgos…me empecé a sonrojar cuando me di cuenta de que se había dado cuenta de que lo estaba examinando, que corte pasé. Giré la cabeza y empecé a hablar con Ronnie sobre un amigo del que antes me contó una historia. Sirvieron el primer plato y no volví a mirarlo, cuando lo retiraron llamaron a la puerta era Mike, se presentó y se sentó junto a mí. Mike era atractivo y muy guapo, parecía que aquella noche estaba rodeada de ángeles. Nos sirvieron el segundo plato. Y comenzó a hablar con todos, que bueno, me terminó metiendo en la conversación que tenía con Jim, Violeta y Robert, sobre lo mal que estaba el trabajo. No crucé palabra con él, pero si con su hermana Violeta, que me pareció encantadora. Alice y James estaban como en otro mundo, estaban metidos en una conversación de la cual no llegaba a entender nada, de lo bajito que hablaban. Charlamos durante toda la cena, había veces que Ronnie se sentía un poco fuera de lugar, pero Jim y yo, intentábamos que se integrara, preguntándole cosas directamente a él.

27 de abril de 2009

Eternamente: Capitulo 1 - Cafetería Dulces

Después de la jornada, me encaminé a casa por el camino de siempre. Andaba ensimismada en lo largo que había sido el día. Había sido intenso, reuniones, cambios de última hora, un sinfín de problemas unos encaminados detrás de otros, parecía que no había fin que no iba a acabar el día. Parecía una novela escrita para mi, tropezón tras tropezón sin apenas levantar la cabeza del suelo, todo en contra de mí… pero acabó por fin, ya los problemas se quedaban en la oficina hasta el lunes siguiente. Por suerte para mí era viernes y lo único que me apetecía era llegar a casa y meterme en la bañera y no pensar en nada, algo habitual después de tanto ajetreo.
Ah - noté como me caía una gota en la nariz – no, ¡otra vez no! y no llevo el paraguas.
Que cabeza la mía, me había olvidado el paraguas en la oficina y estaba comenzando a llover, me tenía que dar prisa si no quería empaparme. Comencé a caminar más ligero porque volverme a la oficina no hubiera servido de nada, porque ya estaba cerrada. Giré en la esquina, y me di cuenta que debía de ser muy tarde porque la librería ya estaba cerrada y el café cercano ‘Dulces’ estaba abierto. Así que, porque no refugiarme allí, mientras mejoraba un poco la tarde.
Me encaminé a la mesa del fondo junto al gran ventanal. Por suerte para mí aún no estaba lleno el café. Me acomodé en aquel viejo sofá de cuero color rojo intenso, ya cuarteado por los años y el uso, pero tan cómodo como cuando los trajeron hace ya tantos años, me recordaba siempre mi madre. Las paredes llenas de fotos antiguas, la mayoría datadas sobre los años 1900-1930, llenas de recuerdos de aquellos años. Aún me sorprendía el buen estado de la cafetería después de casi un siglo de vida, apenas había cambiado, aún tenia ese encanto de antaño, había sufrido algunas reformas impuestas por los cambios de seguridad actuales. Todavía seguía siendo una cafetería familiar donde podías quedar con amigos a charlar, o simplemente ir a evadirte; y los dueños te hacían sentir tan bien, tenían un trato muy cortés y educado.

Se acercó una amable camarera y le pedí un té, me sentaría bien y me relajaría algo. Mientras esperaba mi té, miraba los cuadros, pero sobre todo me quedé observando uno en concreto, algo me llamo su atención. El marco era liso y brillante de un negro profundo, la fotografía en blanco y negro, mostraba a un muchacho sentado justo en el mismo sofá en el que me encontraba yo ahora, sus ojos eran profundos y transmitían paz ,- ¿quien sería aquel muchacho? – pensé. Podría encontrar información sobre él. Lo primero era averiguar de qué fecha era esa foto. Me disponía a levantarme para acercarme a ver la foto, cuando se acercó la camarera a traerme el pedido.
- Gracias. Disculpe, me podría decir, ¿de qué año es la foto de ese chico? - señalé en la dirección de la foto.
- Señorita esa foto no tiene fecha pero creo que el jefe si podrá indicarle una fecha aproximada, espere un momento que voy a preguntar.- La chica se volvió y se dirigió a la barra, donde habló con un hombre con un porte muy elegante.

Bueno igual no es mi día, y las cosas hoy no tienen porque salirme bien, si no podía averiguar quien era ese chico tampoco se iba a hundir el mundo. Podría seguir con mi vida.
- Señorita, - me habló con una voz muy dulce
- Sí – le respondí suavemente, dejando de mirar la foto.
- Me comenta el señor Cullen que esa foto posiblemente sea de 1918 - 1920, ya que en esa pared están colgadas las de esos años. – comentó.
- De nuevo gracias- respondí cortésmente.
- Si desea más información o la puedo ayudar en algo más no dude en llamarme.- Y en un abrir y cerrar de ojos estaba de nuevo en la barra.

Observé con más detenimiento la foto, mientras bebía el té. El chico llevaba un traje oscuro, con una camisa de un color muy claro, parecía tener muy buen porte. Tenía las facciones muy marcadas y le daban un aspecto muy varonil, aunque no parecía aparentar más de 25 años. Acabé el té y me dirigí hacia la barra a pagar la cuenta. Se acercó aquel hombre…el señor Cullen, alto, ojos verdes intensos brillantes, y una sonrisa encantadora. Le sonreí y le pedí la cuenta.
- Invita la casa – me dijo con un risita, encantadora.- A una clienta como usted hay que mimarla.
Mi cara se empezó a iluminar, note como se me iba poniendo las mejillas de un tono rojizo, y miré al suelo.
- Muchas gracias pero no había porque…- pero me interrumpió.
- Será un placer explicarle cualquier duda que tenga sobre las fotos que se encuentran en nuestro local. ¿quieres más información sobre alguna foto en concreto?
- Me encantaría, pero – mirando el reloj, se me había echo un poco tarde, y no llovia demasiado – en estos momentos tengo un poco de prisa. Sin duda algún otro día acogeré con mucho gusto su oferta.
- La estaré esperando. Buenas noches. – Su sonrisa me deslumbró.
- Buenas noches.

Salí precipitadamente del café, ya no llovía demasiado, pero el cielo se entornaba y a los lejos se oía tronar con ímpetu. El sol se había ocultado por completo y la luna parecía no querer salir aquella noche. Se encontraba oculta tras los nubarrones, comenzó a levantarse un aire bastante molesto, me apresuré para llegar a casa, y comenzó a llover intensamente así que me puse a correr, hasta que por fin divisé la verja de mi entrada, pintada de un azul intenso y saque del bolso las llaves, tan deprisa que cayeron al suelo, justo en un charco que se estaba formando. Las recogí y abrí la verja y entre hasta el porche, por fin abrí la puerta principal. Dejé las llaves en la mesa de la entrada, y colgué el bolso en el perchero. Me quité los zapatos y subí las escaleras deprisa, para entrar en mi cuarto.

Por fin en casa, ya no había prisas ni estrés, ya solo, por fin, llegaba mi momento de relajación. Entré en la habitación, solté los zapatos, en la esquina cerca de la ventana. Me dirigí al cuarto de baño, me acerqué a la bañera y abrí los grifos y la llene con agua calentita. Mientras se llenaba coloqué cerca el jabón aromático y las sales, saqué mi toalla preferida y la coloque en la percha más cercana. Toqué el agua y estaba lo suficientemente caliente como para no quemarme pero si para relajarme. Volví a la habitación para poner el CD especial para estas ocasiones, encendí el reproductor y lo puse en un volumen no muy alto pero que me enterase desde el cuarto de baño.

Me quité la falda, la camisa, las medias y la ropa interior. Metí todas las prendas en el bombo de la ropa para lavar. Eso me recordó que al día siguiente tenía que poner una colada. Eché las sales y el jabón y me introduje en la bañera. Sin pensar en nada estaba solo escuchando la música. Me relajé por completo, no sé cuanto tiempo estuve allí, pero fue demasiado. Salí de la bañera y me arropé con la toalla, que aún olía a jazmín, me encanta ese olor y tenía bolsitas con ese olor en casi todos los cajones y estantes. Fui de nuevo a mi cuarto y abrí el cajón de la cómoda, escogí aquel conjunto gris, que me había comprado hace meses pero que aún no había estrenado, y porque no ponérmelo aquella noche. Abrí el cajón siguiente y escogí mi camisón preferido, negro a media pierna con una abertura en un lateral, muy ligero y fresco, para los noches de verano.

Baje al salón, lo primero era mirar si había recibido alguna llamada, pero el teléfono no registraba ninguna llamada interesante, solo registraba una llamada de casa de mis padres. Descolgué y los llamé. Mi padre fue el que contesto, y me explicó que me había llamado para comunicarme que el sábado por la noche nos habían invitado a una cena en casa de unos conocidos. Acepté la invitación con pocas ganas, pero era una buena situación para reencontrarme con los hijos de los Gadner, a los que llevaba muchos años sin saber de ellos, puesto que los padres se mudaron de ciudad por motivos de trabajo. Por lo visto según me contó mi padre acababan de volver y pues que mejor ocasión para reunirse con todos los conocidos que ésta, organizando una pequeña reunión. Colgué y me dirigí al despacho, encendí el ordenador y me dispuse a revisar algunos correos del trabajo que tenía pendientes de contestar, pero se fue la luz. Pensé que serían los plomos pero fui a mirar y no, me asomé a la ventana y me fijé que toda la calle estaba a oscuras, la luna iluminaba un poco la calle cuando pasaba algún nubarrón y la dejaba al descubierto. Se veía resplandeciente como si esa noche quisiera ser más luminosa que el propio sol.

Fui a la cocina encendí las velas y me senté allí pensando que larga se haría la tarde noche si no volvía la luz. Y entonces recordé aquella foto, que parecía que me tenía hipnotizada en el café, quien seria aquel joven tan apuesto , que habrá sido de su vida…y porque el señor Cullen me invitó, sólo por hacer una pregunta sobre una fecha de una foto. Que extraño había sido aquello, pero para mí su oferta era muy interesante, me encantaba conocer las historias de la gente y más si eran de otra época. Volvió la luz, apagué las velas y las guardé; y me hice algo de cenar con las sobras de comida de otros días, un poco de ensalada y un poco de carne asada.

Estaba cansada y no paraba de darle vueltas a la cabeza pensando en todo lo me había pasado en el día, así que me fui a la cama. Destapé la cama y me acurruqué entre las sabanas y en poco tiempo estaba en un profundo sueño fruto de aquel agotador día.

Presentacion

Hola me llamo Vanesa, y comienzo este blog para dejar plasmados mis pequeñas historias, novelas, relatos o como lo querais nombrar.
Y para inaugurar el blog os dejo el primer capitulo de una pequeña novela, que he escrito en los ultimos meses.