17 de mayo de 2009

Eternamente: Capitulo 2 - Reencuentros

Había dormido tan bien aquella noche, no sé cuantas horas habían pasado pero me sentaron genial. Estaba tan a gusto en la cama, allí entre las sabanas, pero tenía que hacer muchas cosas aquella mañana. Me destapé, salté de la cama y abrí la ventana, me deslumbré. Era un día soleado y despejado, nada que ver con el día anterior, tenía pinta de que hoy iba a ser un día estupendo. Corrí a vestirme, camiseta y pirata, y mis Adidas. Preparada para afrontar el día. Me recogí el pelo en una coleta, me lave la cara con agua fría y antes de bajar a desayunar, hice la cama y arregle un poco la habitación. Cogí el bombo de la ropa y me dirigí a la cocina, metí la ropa en la lavadora, eché los productos y la puse en funcionamiento. Me hice un buen desayuno, zumo recién exprimido de naranja y pomelo rosa, una buena tostada y un café con leche. Preparé una bolsa con una botella de agua que cogí del frigorífico y una manzana. Subí el bombo de nuevo al cuarto de baño, recogí la bolsa de deporte, donde ya tenia preparada la ropa para la piscina. Volví a la cocina, a por la bolsa de la comida y la introduje en la mochila. Cogí las llaves y el móvil y salí de casa.

Me encaminé hacia el parque ‘Los Almendros’, situado a dos manzanas de mi casa. Me apoyé sobre un árbol para realizar algunos estiramientos previos a la carrera. Me coloqué mis cascos del iPod y empecé a correr, me proponía correr una horita antes de ir a la piscina. Comencé con una carrera ligera, para ir cogiendo tono, a los veinte minutos cambie de ritmo, aceleré el paso y seguí así otros veinte minutos más. Luego bajé de nuevo el ritmo para ir recuperando mi respiración, di alguna vueltas más y me pare a la sombra de un gran almendro cerca de la entrada principal del parque. Solté la mochila junto al árbol, saqué la botella y sacié mi sed, realicé algunos estiramientos y luego me senté un rato bajo aquel árbol.

Apagué el iPod y lo guardé, bebí un poco más de agua y me recosté sobre el árbol. Estuve un rato allí escuchando los distintos sonidos del parque a esa hora, no había muchas personas, se escuchaba algún que otro canto de pájaro, y el discurrir de la gente. Después de haber descansado algo, me incorporé, me coloqué mi mochila y crucé la calle para llegar a la piscina municipal. Primera sorpresa del día, en la puerta de la entrada de la piscina había un comunicado:
“Por motivos de mantenimiento y adecuación, la piscina municipal permanecerá cerrada hasta el 1 de Agosto.
Disculpen las molestias.
El gerente del ayuntamiento, Sam Bernar“

Aunque me dio coraje, tenía otra opción, ir a casa, coger el coche e ir a la playa, solo estaba a una hora de camino. Pero no me daría tiempo entonces de ir a la peluquería… creo que me los podría arreglar bastante bien para la cita que tenía aquella noche. Así que por que no, volví a casa, me cambié me puse mi bikini rosa, cogí mi toalla, me puse mi vestido playero, mi gorra, un buen libro, y me metí en el coche. Camino de la playa, me acordé de que tenía que haber llamado para anular la cita de la peluquería, no creo que Kris se molestase, siempre tenía la peluquería a tope.

Llegué a la playa en solo una hora, bajé por la arena, todavía no se había calentado demasiado, extendí mi toalla, coloqué mi libro, solté mi gorra y mi ropa en la bolsa, y me metí en el agua, estaba cálida. Salí y me tumbé al sol, me comí tranquilamente la manzana. Luego me puse la gorra, cogí mi libro y continué por donde lo había dejado la última vez que lo leí. Estaba metida en el libro, con aquellas fieras mitológicas y esos dioses que eran generosos y hermosos según los describía el autor. Las luchas llenas de magia y misterios, todo tan irreal, pero un mundo que me hubiese encantado conocer en realidad.

De repente algo me tapo la claridad,
- ¿¿Celia?? –alguien me llamó, me giré… que sorpresa era Jim Gadner.
- ¡¡¡Jim!!! – respondí en cuanto lo reconocí, me levanté apresuradamente, para saludarlo. - ¿Pensaba que te vería esta noche en casa de tus padres?
- Sí, bueno... – parecía que él tenía tan pocas ganas como yo de estar en la reunión de aquella noche – …claro que estaré, ¿vendrás verdad? No me dejarás allí solo con todos los “carcamales” – comenzamos a reírnos.
- Sí, allí estaré. Bueno, ¿y que haces por aquí? Suponía que tu madre os tendría allí retenidos para echarle una mano.
- Más o menos, pero en cuanto se despistó un poco me largué de allí, tú sabes que yo no sirvo para eso.
- Jim sigues como siempre, jaja. – El calor empezaba a notarse. - Bueno aquí ya va haciendo demasiado calor, te invito a algo en el bar, ¿te apetece?, así me cuentas que es lo que has hecho todo este tiempo.

Me vestí y recogí todas mis cosas y nos fuimos al bar que había en el paseo, nos sentamos en una mesa de la terraza. Llegó el camarero, le pedimos un par de cervezas, bien fresquitas, y una aceitunas para picotear. Jim me contó que había terminado la carrera de fisioterapia, y que había estado de prácticas en una clínica durante un año. Luego estuvo en un Centro Especializado y que bueno, aprendió mucho pero que no le fueron muy bien las cosas. Ya conocía a alguien que me podría dar los masajes gratis, no creo que me fuera a decir que no, él siempre estaba ahí cuando lo había necesitado, era mi mejor amigo, hasta que intentó algo más. Aquello pasó justo un año antes de que se fueran, nunca perdimos el contacto del todo, pero el paso que dio, estropeó un poco aquella amistad y fuimos alejándonos, nunca perdimos la amistad del todo. Yo le conté que también había terminado la carrera de Informática y que estaba colocada en una empresa de la ciudad, que no me faltaba trabajo, yo creo que a veces hasta me sobraba. Que tenía un buen puesto y que me había independizado hacia un año. Jim me dijo que se había vuelto a la ciudad, pero que no pensaba quedarse mucho en casa de los padres, estaba buscando un piso de alquiler; ya había visto varios, uno cerca de la librería ‘Misterios de Axue’, frente al parque ‘Los Almendros’ era pequeño pero estaba bien situado. Había visto una casa donde alquilaban una habitación, estaba en la otra punta de la ciudad al norte de la calle principal, más espaciosa y le saldría más económico, porque compartiría gastos. Se nos hizo un poco tarde así que nos tomamos unas tapas y nos fuimos, nos despedimos hasta la noche. El cogió su coche, un Honda Civic, verde oscuro y se fue. Yo me monté en mi coche, mi nuevo y brillante Nissan Almera azul noche, y me encaminé a casa.

Llegué a casa, me acordé que había dejado puesta la lavadora, saqué la ropa y la colgué en el tendedero que tenía en el jardín trasero, antes de irme tenía que recogerla, así que me puse una nota en el frigorífico para acordarme más tarde. Me quedaban 4 horas para estar arreglada, y tenía que hacer mucho. Rellené la botella de agua y la metí de nuevo en el frigorífico. Barrí la cocina, limpié el salón y la entrada de la casa. Fui al despacho, conecté el ordenador y miré los correos. Contesté a varios de ellos que tenía, eran del día anterior, pero por el apagón no pude. Miré las últimas noticias en el periódico digital, entonces me llego un correo de Jim.
“Celia no te los vas a creer, pero por lo que he visto en mi casa esto más que una simple reunión parece un fiesta de gala. Tiene pinta de que va a ser mas aburrida de lo que temía, haber si nos podemos escabullir e irnos de fiesta que hace mucho que no salgo por aquí y quien mejor que tú para mostrarme los sitios nuevos. Bueno no te entretengo más, nos vemos en dos horas.
Besos, Jim. “

Bueno, ya habían pasado dos horas no me fijado en la hora que era, las 6:30, ya comienzan las prisas, ¿qué me iba a hacer en estos pelos?… apagué el ordenador y subí corriendo por las escaleras. Me fui directa al armario - ¿Qué me pongo, tengo que ir elegante, juvenil, pero no demasiado llamativa? – que difícil era elegir algo, no sabía que ponerme. Pensé en mi traje negro, pero era demasiado formal, descartada una opción, nada de trajes. Busqué entre los vestidos, podía ser aquel rojo escotado que tanto le gustaba a mi ex, pero no, demasiado provocativo; tal vez el vestido negro y morado de gasa que me había puesto para la cena de navidad de la empresa, demasiado clásico; miré y rebusqué pero ninguno me convencía. Ya solo me quedaba una opción, mi falda de tubo negra y combinarla con algo de color… Escogí algunas camisas, azul, roja, blanca, verde, la única que me convencía era la azul, me hacía relucir más el color de mi cabello y de mis ojos. Ahora los zapatos, elegí los clásicos negro de salón, con bastante tacón, así estilizaba mi figura. Me fui al joyero y escogí mis pendientes de oro blanco con forma de flor de lis, también saqué aquella pulsera de plata que me había regalado mi madre, y que era un recuerdo de familia, heredado de madres a hijas.

Me fui al cuarto de baño, abrí los grifos, metí la ropa en el bombo y me duché en unos minutos. Me ricé un poco el pelo, me lo recogí con unas horquillas y me deje algún que otro mechón suelto. Fui a mi habitación, me puse el conjunto negro. Me senté en la silla y comencé a maquillarme, un poco de base de fondo, sombra de ojos negro ahumado y algo de gris, eyeliner negro enmarcando la mirada, un poco de rimel, colorete rosado y un poco de color en los labios, un tono rojo anaranjado. Un poco de gloss y lista. Me puse las medias, me vestí con el conjunto de ropa elegido. Me puse las joyas y me mire en el espejo, no estaba mal, pero el pelo seguía sin convencerme, dejé de mirarme porque sabía que al final me iba a pasar como siempre y terminaría haciéndome una cola baja. Me eché mi colonia preferida, Hugo Boss Women, un poco en el escote, en el cuello y en las muñecas y una pulverización hacia arriba para que quede impregnado el pelo. Antes de irme, bajé y recogí la ropa tendida, la coloqué en la cesta y la dejé en la habitación de invitados. Cogí el bolso negro y metí la barra de labios, para posibles retoques, tendría que dar muchos besos, y salí por la puerta.

Llegué a casa de los Gadner, 5 minutos más tarde de la hora fijada, y por lo que ví en la entrada, mis padres ya estaban allí, además había varios coches que no conocía. Bueno, me preparé antes de salir del coche,- siempre con una sonrisa recuerda. – Llamé a la puerta y me abrió la mismísima señora Eva Gadner. Me hizo pasar al salón de la casa, donde se encontraban mis padres, y me dirigí hacia ellos. Los hijos de los Gadner, Jim y Ronnie también se encontraban en la sala. Ronnie era un chiquillo, que no alcanzaría aún ni los 18 años, si no recordaba mal debía de comenzar este año la universidad, se quería dedicar a la medicina. Al verme vino corriendo a saludarme, cuando fue más pequeño le di alguna que otra clase de apoyo. Me abrumó contándome historias que le habían ocurrido en este tiempo. Por suerte Jim se percató y me rescató de su hermano, acompañándome por una bebida a la cocina.
- Celia, estás muy bella esta noche, brillas más que la luna…
- Anda Jim no empieces, que me vas a sonrojar, que tampoco es para tanto.- se podía haber ahorrado el comentario.
- Que poco te valoras niña – y se comenzó a reír. – Salgamos al jardín, ya han llegado todos, me parece a mí que se van a quedar pasmados cuando te vean.

Le di un codazo y me di la vuelta, le pegué un trago a la copa de vino que me había servido, la dejé allí y me fui al salón. En aquel momento prefería la compañía de Ronnie con sus historias que a su hermano adulándome una y otra vez. Solo quedaba allí Eva, cuando me vio, casi me saca a patadas y me llevó hasta la salida que daba al jardín.
- Venga, Celia, ahora mismo salgo yo, gracias por venir a buscarme, pero en breve salgo, no tardo.

Eché una ojeada a través del cristal de la puerta, había gente a la que no relacionaba con nadie de la ciudad. Y lo ví de espaldas, el señor Cullen estaba allí y estaba acompañado por una mujer un poco más baja que él pero con una cara angelical, era preciosa. Si era su mujer hacían muy buena pareja. Junto a mis padres había un chico de mi edad más o menos pero no lo reconocía, ni tampoco le vi la cara desde allí. Junto a Jim y Ronnie, había un grupo de jóvenes, chicos y chicas de distintas edades, pero que no reconocía a nadie. Junto al señor Gadner, había otra pareja de mayor edad que me pareció ver que eran los señores Eaten. Viven al final de nuestra calle, en la casa de la esquina, no tenían hijos pero siempre habían ayudado a las demás parejas del barrio a cuidar a sus hijos, en ocasiones especiales. Me armé de valor, abrí la puerta y bajé los escalones, parecía que nadie se había dado cuenta o eso creí yo.

Crucé el jardín y llegué hasta mis padres, y ese chico ya no estaba allí, estaba junto al señor Gadner. Mis padres me contaron que ese chico y los demás eran familiares de los Cullen, que habían venido de visita a la ciudad. Estuvimos allí durante un buen rato, pude seguir hablando un rato más con Jim, cuando se acercó a saludar a mis padres. Poco a poco lo fui alejando de mis padres para preguntarle que hacia allí la familia Cullen. Solo sabía que su madre los había invitado, porque los conocía de hace años, pero no parecía ese el motivo, tal vez fuera por la hija de los Cullen. Era la chica de pelo liso y cobrizo que se encontraba junto a su hermano, Violeta. Era preciosa, vamos era una mujer muy guapa. Jim opinaba lo mismo, pero decía que bueno que no se fijaría en alguien como él. Como en breve íbamos a cenar, me especificó quienes eran los demás. El hermano de Violeta, aquel chico que estaba junto a mis padres era Robert; el chico que se encontraba a su lado era su primo, James, un poco más pequeño tanto en edad como en estatura. Al lado de Violeta está Alice, su otra hermana, que era la pequeña. Me dijo que faltaba el hermano de James que estaba trabajando y llegaría más tarde a la cena, Mike.

Eva se asomó a la puerta y nos indicó que entrásemos al salón, para cenar. La mesa estaba adornada exquisitamente, la señora Gadner siempre controlando todo los detalles. Nos sentó de forma que los jóvenes estuviésemos juntos, en uno de los lados de la mesa. Jim presidía la mesa por nuestro lado, a su izquierda estaba sentada Violeta y luego Robert, Alice y James. A la derecha estaba Ronnie, yo a su lado, y a mi lado Mike. Cuando estuvimos acomodados, fue entonces cuando me fijé en él, esos ojos eran tan verdes, tan brillantes, su cara tenía algo, aquellos rasgos…me empecé a sonrojar cuando me di cuenta de que se había dado cuenta de que lo estaba examinando, que corte pasé. Giré la cabeza y empecé a hablar con Ronnie sobre un amigo del que antes me contó una historia. Sirvieron el primer plato y no volví a mirarlo, cuando lo retiraron llamaron a la puerta era Mike, se presentó y se sentó junto a mí. Mike era atractivo y muy guapo, parecía que aquella noche estaba rodeada de ángeles. Nos sirvieron el segundo plato. Y comenzó a hablar con todos, que bueno, me terminó metiendo en la conversación que tenía con Jim, Violeta y Robert, sobre lo mal que estaba el trabajo. No crucé palabra con él, pero si con su hermana Violeta, que me pareció encantadora. Alice y James estaban como en otro mundo, estaban metidos en una conversación de la cual no llegaba a entender nada, de lo bajito que hablaban. Charlamos durante toda la cena, había veces que Ronnie se sentía un poco fuera de lugar, pero Jim y yo, intentábamos que se integrara, preguntándole cosas directamente a él.

1 comentario:

aurorabg dijo...

ahiiiiii robertttttttttt!!!!!!!!!!!!!!
jejejjejejejej
quiero mas mucho mas, porfisssssssssss